Recién llegado de Sao Paulo, me explican que me he "perdido" una semana en España para no olvidar. Que si intervención de la UE, que si "corralito",.. en fin, que una semana más, alarmismo y caos. Pienso en lo que he vivido esta semana en Brasil y solo encuentro dos explicaciones para lo que nos pasa. La primera, la menos probable, es que hay alguien a quien esta situación le interesa y la está provocando. Se que esta posibilidad gusta mucho a algunos, especialmente a los "expertos" de buscar culpables para todo lo que les pasa. Pero no creo demasiado en las "grandes conspiraciones internacionales". Es verdad que hay quien está ganando mucho dinero con esto, aunque pienso que más aprovechándose de nuestra lamentable forma de gestionar la situación que provocándola. La segunda posibilidad es que todavía no seamos suficientemente conscientes de donde estamos, de las causas que han provocado nuestros problemas y de cuales son las soluciones. No voy a hacer ahora un análisis completo sobre esto, porque necesitaría un libro para hacerlo, pero si me gustaría dejar dos reflexiones.
La primera es que vengo de una ciudad en la que el nivel de calidad de vida es muy inferior a la media de nuestro país, siendo sin discusión la más importante de Brasil desde el punto de vista económico. Hay muchas más desigualdades sociales, mucha menos protección social y unas infraestructuras muchos más precarias, con una densidad de población mucho mayor. A pesar de ello, se vive un clima de optimismo, de ilusión por el futuro, de dinamismo económico mucho mayor que en nuestro país. Habrá quien diga que vienen de una situación mucho peor, pero ese es precisamente el tema. En vez de pasar el día lamentándose por lo que pueden perder, como me parece que se esta haciendo en España, están luchando por conseguir un futuro mejor. Se que algunos opinan que nuestro problema es de liderazgo político. De que los políticos deberían ser los que lideraran un cambio en este sentido. Estoy de acuerdo con ellos, aunque no estoy seguro de que esa sea una solución viable en la práctica. Ya he dicho muchas veces que no creo en ellos y, además, no se porque siempre debemos esperar que sean los que lideren la salida de los problemas de la sociedad. Quizás una de las claves de nuestro tiempo sea precisamente esa, que la sociedad debería superar la etapa de "los grandes liderazgos" ejercidos por personajes supuestamente excepcionales, que al final casi siempre resultan tener los "pies de barro". Desde luego si puedo decir que los brasileños con los que he hablado estos días, valoran el "pragmatismo" de sus gobernantes, pero no esperan que sean ellos los que constantemente les saquen las "castañas del fuego".
La segunda reflexión no viene directamente de la observación de lo que he visto o vivido, sino precisamente de todo lo contrario. ¿Sabéis cual es una de las cosas que más me han llamado la atención en mi calidad de ciudadano español? Sao Paulo es una ciudad de 12 millones de habitantes, en un área metropolitana de 20 millones y un Estado que, con el mismo nombre, acoge a más de 42 millones. Tuve la oportunidad de dar un largo paseo por el centro del municipio y por la Avenida Paulista, la más importante de la ciudad, en la que se encuentran los principales centros comerciales. Bien, pues salvo alguna honrosa excepción, fue imposible encontrar productos españoles. Podías encontrar en cualquier parte vinos franceses, italianos e incluso australianos y, por supuesto, chilenos y argentinos, pero difícilmente españoles. Lo mismo puede decirse del jamón, los quesos o el aceite. Tuve la oportunidad de cenar con dos ex-alumnos del IE, Talita y Edgar -por cierto, excelentes anfitriones- y me confirmaron lo mismo, que es muy difícil encontrar en Brasil cualquier producto español.
Deberíamos dejar de quejarnos, de hecho creo deberíamos avergonzarnos de "llorar" tanto, de buscar culpables constantemente fuera de nuestro entorno y de hacer tan poco para mejorar nuestra situación. Los mercados están ahí y tenemos excelentes productos que serían competitivos en cualquier lugar del mundo. Basta ya de excusas.