Discutíamos con unos amigos hace unos días sobre cuales eran las razones para que, en estos momentos, exista la sensación generalizada en nuestro país de que no se ha hecho nada, o muy poco, para salir realmente de
la crisis. Es cierto que últimamente, al menos aparentemente, se han hecho algunas cosas, pero la sensación sigue siendo que han sido poco útiles y muy improvisadas. La conclusión final es bastante desalentadora. Seguramente, todavía hoy no hay una conciencia general clara sobre donde estamos, porque hemos llegado aquí y, por tanto, sobre cuales deberían ser los ejes estratégicos de futuro.
Desde el punto de vista de la filosofía lean – seguramente el cuerpo de conocimientos de management más orientado a la acción que existe -
la base para enfocar la mejora continua reside en, reconocer que existen errores, ser capaz de identificarlos adecuadamente y, después, evidenciarlos. El significado de esto último es muy importante. Evidenciar los errores, no representa un descrédito para quien los comete, sino una señal de que es un buen gestor. Todo el mundo puede cometer errores, pero solo los malos gestores los ocultan e impiden que puedan ser corregidos. Al evidenciarlos, ocurre otra cosa muy importante, se adquiere un compromiso con
la mejora. Es como aquel que ha prometido dejar de fumar. Lo mejor que puede hacer es publicarlo a los cuatro vientos. Obviamente, todo esto siempre debe mantenerse en el ámbito estricto de los gestores de
la empresa. No sería bueno que la competencia o nuestros clientes conocieran nuestros puntos débiles. Sin este paso previo, es absolutamente imposible que podamos orientar mejoras sólidas y coherentes para el futuro.
Mi impresión es que en este país, ni nuestros gobernantes ni la oposición, han hecho un diagnóstico serio y profundo sobre lo que ha pasado. En segundo lugar, unos y otros han puesto de manifiesto que no tienen el nivel necesario para afrontar con garantías
la crisis. Unos negando la realidad, negando la existencia de la crisis hasta límites incluso ridículos. Los otros, haciendo un flaco favor al país. Evidenciar los errores cometidos no debería ser motivo de crítica sino de aplauso y su actitud no ha ayudado en absoluto a facilitarlo. Es obvio, dirán algunos, si el gobierno reconociera los problemas que existen perdería las próximas elecciones. Pero esa opinión parte de la base de que la sociedad no está madura y yo no estoy de acuerdo con ello. Si después de haber ganado las últimas elecciones, con cuatro años por delante, el gobierno hubiera tomado el “toro por los cuernos”, hubiera tendido la mano a la oposición y a los principales interlocutores sociales y, estos se hubieran implicado, estoy convencido de que en estos momentos nuestras perspectivas serían muy distintas. Se hubiera podido reconocer la situación sin miedo, se hubiera podido hacer toda la pedagogía necesaria en la sociedad, que es mucha, y ahora estaríamos implantando medidas eficaces para salir con la colaboración de todo el mundo. Nos hubiera hecho falta un “gobierno lean”…
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