domingo, 27 de noviembre de 2011

¿Tecnócratas vs. democracia? ¡Falso debate! Así no arreglaremos nada...

Se esta extendiendo un cierto debate sobre si es bueno o no que los llamados “tecnócratas” asuman responsabilidades de gobierno. Los que están a favor, argumentan que lo hacen porque creen que los políticos que hasta ahora nos han gobernado no tienen nivel suficiente para hacerlo. Los que están en contra dicen que no tienen legitimidad democrática. Siento decir que, en mi opinión, ambos están equivocados. Una vez más, estamos ante un falso debate que, por supuesto, no nos llevará a ninguna solución útil.

Por un lado creo que ya hay, ha habido siempre, gestores públicos profesionales y buenos administradores. El problema en mi opinión no es ese, sino la existencia de muchos políticos de una catadura moral más que discutible y, sobre todo, el hecho de que el sistema y la sociedad en su conjunto les incentive y les permita engañarnos tan descaradamente como lo suelen hacer. Estoy convencido de que cuando Zapatero, poco antes de las elecciones de 2008, sostenía que no había crisis, ni el mismo se lo creía. Sabía perfectamente que no era verdad. Por tanto, el problema no fue su absoluto analfabetismo en lo económico, sino su catadura moral, que le permitía sostener sus proclamas sin sonrojarse y sin sentir el más mínimo remordimiento. El sistema tampoco ayuda en nada, porque ni obliga a asumir los postulados de las campañas electorales como auténticos compromisos, ni permite un seguimiento eficaz del gobierno de turno para comprobar su gestión, ni obliga a hacer un balance independiente de su desempeño.
Y luego está la sociedad. Estoy convencido de que la mayoría de los votantes en 2008 tenían información y percepción suficiente para pensar que las cosas "tenían muy mala pinta", a pesar de lo cual, decidieron, por mayoría suficiente, “escuchar los cantos de sirena” y elegir de nuevo a Zapatero y su equipo para gobernar. Tenemos que asumir nuestra parte de responsabilidad. La mayor parte de la sociedad prefiere escuchar de los políticos mentiras que le gusten que la dura realidad. “La milonga” que nos contó Zapatero en 2008 no nos la creímos porque estuviera muy bien orquestada, sino porque era lo que queríamos oír. La realidad, nos guste más o menos admitirlo, es que cuando nos cuentan verdades que no nos gustan, lo castigamos en las urnas y es por eso por lo que los políticos nos mienten. En el mejor de los casos y cuando la cosa está muy clara, como acaba de pasar hace unos días, juegan el juego de la ambigüedad porque saben que sino, saldrían perjudicados. Y la cosa no acaba aquí. Desde mi punto de vista, el problema no está solo en como elegimos a quien nos gobierna, sino en como hemos diseñado y organizado el seguimiento posterior de ese gobierno y la forma en la que luego hacemos un balance de su gestión y de los resultados que se obtienen.

Tenemos un montón de leyes y normas que intentan garantizarnos que nuestros gobernantes serán honrados, que “no meterán la mano en la caja”. Sin embargo, son poco eficaces, entre otras razones porque el seguimiento posterior y la intervención de la justicia en caso de que sea necesario los dominan ellos y son tan lentos, que para cuando podemos hacer que asuman sus responsabilidades, ya se han jubilado. Para que nos hagamos una idea, a modo de ejemplo y obtenido de la propia web del Tribunal de Cuentas, a finales de septiembre de 2011 este organismo publicó el “Informe Anual de la Comunidad Autónoma de La Rioja, de los ejercicios 2006 y 2007”. Y este es el último informe publicado sobre una comunidad autónoma en España. Si se detectara algún tipo de anomalía, pasarían entre 10 y 12 años hasta que pudieran delimitarse las responsabilidades. En definitiva, que un político esté formado académica y profesionalmente, no evitará que nos mienta para salir elegido, y que luego actúe con total impunidad, sea por su catadura moral, porque el sistema y la sociedad lo incentivan o por ambas razones.

Y  como decía, si el sistema no tiene mecanismos eficientes de seguimiento, la sociedad aún menos. La mayor parte de las organizaciones sociales que se supone que deberían defender los intereses de los ciudadanos, sindicatos, patronales, organizaciones colegiales, etc. están subsidiadas por los mismos gobernantes a los que deberían controlar, así que difícilmente pueden ejercer su función eficazmente. Pero seamos sinceros, la culpa no es, ni de ellas, ni de sus dirigentes. Si esas entidades no tuvieran subvenciones, todas dejarían de existir, porque los colectivos que deberían financiarlas, ciudadanos al fin y al cabo, no están dispuestos a ello. Tampoco los medios de comunicación salen bien parados. Los privados están también fuertemente subvencionados y, por otro lado, profesionales y ciudadanos hemos asistido impasibles, sin reaccionar, a la constante y creciente manipulación de los medios públicos por parte de nuestros los gobernantes.

Respecto a la legitimidad de los “tecnócratas” para gobernar, sinceramente me parece absurdo cuestionarla. Han llegado ahí con la aprobación de sus respectivos parlamentos y, que yo sepa, nadie ha planteado hasta ahora que cuando llegue el momento, no se celebren las elecciones que los refrendarán o no, si es que se presentan. Los que los critican parece que olvidan que nuestras democracias son parlamentarias y no presidencialistas.

Y mejor que sea así. Repito que creo que el debate es falso. Las cosas no mejorarán ni convocando elecciones o referéndums en busca de “líderes salvadores de la patria”, ni poniendo tecnócratas a gobernar. Lo harán cuando la sociedad en su conjunto asuma sus responsabilidades y se ponga a trabajar para cambiar la situación, recuperando muchos de los valores que hemos abandonado y apostando por una reforma profunda del sistema que regula su funcionamiento.