jueves, 14 de abril de 2011

¡Hay que apoyar a los que tienen la valentía de poner en marcha los recortes en la administración pública!

Hoy, en la radio, la exconsellera Tura ha dicho que para recortar el presupuesto en sanidad sería suficiente con que se le pidiera a los pacientes que el yogurt de la tarde se lo traigan de casa, en vez de pedirlo en el hospital. También ha dicho que para reducir el 10% del total del presupuesto no es necesario hacerlo en Bienestar social, Educación, y Sanidad (a partir de ahora le voy a llamar BES, para abreviar). Que se puede reducir menos ahí y más en otras partidas. Ha mencionado como ejemplo, ¡Cultura! (seguro que en estos momentos, su amigo Ferran Mascarell le está agradeciendo la sugerencia, je, je).  Para que nos hagamos una idea, y dado que la suma del presupuesto de estas tres áreas principales, BES, es 10 veces el presupuesto de Innovación y Universidades, 17 veces el de Justicia y casi 25 veces el de Cultura, por cada punto que no se reduzca en esas tres partidas, representará la necesidad de reducir 10 puntos adicionales en Innovación y Universidades, 17 en Justicia o 25 en Cultura. O sea que todavía no tengo muy claro si la exconsellera lo que propone es, por ejemplo, reducir los recortes en BES a solo el 5% y a cambio,  reducirlo en un 50% en Innovación y Universidades, un 85% en Justicia o, directamente, cargarse la Conselleria de Cultura. En fin, ¡Vaya nivel! Dado que no pienso que sea un caso de monumental estupidez, tengo que concluir que es demagogia de lo más "barata", lo cual también es lamentable. Poco después, en otro ejercicio de demagogia "barata", Alicia Sanchez Camacho ha dicho que ellos también están contra los recortes porque, dice, que están en contra de "cargarse" el estado del bienestar.  Sinceramente, me parece que la inconciencia de la oposición en Catalunya está llegando a niveles realmente preocupantes. Me gustaría advertir de entrada que no soy miembro de CiU. Nadie que me conozca podrá decir que soy "sospechoso" de "comulgar" con todos sus pronunciamientos, pero creo que todos deberíamos ir con mucho ojo en estos momentos, porque las cosas están mal, ... pero todavía pueden estar mucho peor (y si no me creen, pregúnteselo a los griegos y a los portugueses).

A partir de aquí, creo que es importante empezar por decir tres cosas muy claramente. La primera es que es imposible ajustarse en el presupuesto, sin hacerlo en estas tres partidas. Me parece bien que, además, se ahorren en otras muchas cosas, y es un sano ejercicio ético el hacerlo en todo aquello que sea superfluo pero, no nos engañemos, son el “chocolate del loro”.
La segunda es que no es necesario en absoluto ni recortar ni cargarse el estado del bienestar para reducir el presupuesto un 10%. Basta con aplicar criterios de eficiencia que son ampliamente utilizados en muchas empresas privadas y que, lejos de haber producido una pérdida de calidad o de condiciones de trabajo, lo que han provocado es todo lo contrario. El camino de la eficiencia, si se sabe hacer bien, conduce a la mejora de la calidad del servicio y de las condiciones de trabajo. He dedicado un parte importante de vida profesional a ello y se de lo que hablo.
La tercera es que no hay otra salida que hacerlo y que es pueril pensar que podemos engañar al sistema financiero, “maquillando” los números.
Dicho esto, me gustaría hacer una última reflexión que va un poco más allá. Cuando el actual Presidente de la Generalitat quiso organizar un gobierno con “los mejores” tuvo muchos problemas. ¿Saben porque? Porque la mayoría de ellos (y podría explicar algunos ejemplos muy cercanos) adivinaron  lo que iba a pasar en el momento que intentaran aplicar criterios profesionales de racionalidad en la gestión: toparían con la demagogia y el mal estilo que suele caracterizar a  todos nuestros políticos cuando están en la oposición, especialmente, cuando están en vísperas de elecciones (que, lamentablemente, es casi siempre). La mayor parte de ellos llegaron a la conclusión de que, simplemente, no valía la pena asumir el coste personal que tiene este desgaste. Solo unos pocos estuvieron dispuestos a correr el riesgo y algunos de ellos están precisamente estos días en el ojo del huracán. ¿Es eso lo que queremos de verdad en estos momentos? ¿Queremos cambiar a los pocos “mejores” que tenemos en el gobierno, por otros mucho más mediocres pero más complacientes? Pues vayamos con cuidado, porque si “los mejores” lo dejan y tenemos que confiar la gestión de la crisis a los mediocres, que “Dios nos coja confesados”…

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