Vayamos uno por uno. Hace ya tiempo que en muchos ámbitos del sector privado se han ido configurando productos/servicios basándose en la eficiencia en su uso. Quizás no nos hayamos dado cuenta, pero muchos de ellos, han evolucionado en este sentido. A medida que han incorporado nuevas funcionalidades, otras han ido desapareciendo, porque ya no son necesarias. Piensen, por ejemplo en los ordenadores. Hace algunos años llevaban disquetera, al principio para los floppy disk, luego para los disquetes rígidos y, finalmente, como es lógico desaparecieron siendo sustituidos por los CD/DVD y por los dispositivos USB. Estoy convencido de que veremos la desaparición del lector óptico y seguro que también finalmente de los USB, el día en que todos estemos en la "nube". Bien, pues en muchísimos servicios públicos hemos ido incorporando nuevas funcionalidades y, sin embargo nos hemos olvidado de las antiguas. Pienso por ejemplo, en
En todo este proceso, en el sector privado, además resulta que las prestaciones de productos y servicios han mejorado mucho, mientras que los costes han bajado sustancialmente. A algunos les va a parecer increíble pero me compré mi primer PC en 1985. Tenía 64 k de RAM, dos disqueteras de floppy, una pantalla de fósforo verde y no tenía disco duro. Me costó 400.000 ptas., es decir, 2.404 € que, para que nos hagamos una idea, podría ser algo así como 40 veces el salario mínimo interprofesional de entonces. Ahora podría comprar uno 1.000 veces más potente - y no es una exageración - por 500 €, por debajo del salario mínimo. ¿Cómo han sido posibles está reducciones de costes? Pues claramente a través de la mejora de la eficiencia en los procesos. En la administración las prestaciones también se han incrementado, pero el precio, en muchos casos, lo ha hecho aún más.
Queda por último, el tema del despilfarro. Siempre se argumenta lo de que es "el chocolate del loro", perfecta excusa para no hacer nada. Pero no es cierto en absoluto. Y no hablo solo de chóferes y comidas lujosas. Hablo de una cantidad ingente de duplicidades entre administraciones, hablo de inversiones absurdas para contentar al electorado o para acabar un presupuesto para que al año siguiente no lo reduzcan, hablo de un montón de personas que no tienen funciones asignadas, que no hacen absolutamente nada, porque ha cambiado el signo político, pero a las que se mantiene por el simple hecho de ser funcionarios. Hablo del absentismo injustificado, hablo de las "bolsas de la compra" que siempre puedes ver a media mañana, al lado de las mesas de muchos funcionarios, que han aprovechado los 20' de desayuno para hacer sus compras dedicando una hora. Hablo de las ingentes cantidades de dinero público que se gastan muchos políticos en autobombo durante las precampañas. Hablo de usuarios que consumen servicios públicos que no necesitan. O que directamente los utilizan para sus propios intereses privados - muchas veces poco confesables - como ocurre a menudo con la justicia. Hablo, en definitiva de una cultura absolutamente instalada a todos los niveles del país, que consiste en no darle valor a las cosas porque no tienen coste, porque no tienen que pagarlas.
Me reafirmo en mi hipótesis de partida. Es posible reducir los presupuestos públicos de manera muy acusada y, además, mejorar el nivel de servicio y las prestaciones sociales.
Excelente post.
ResponderEliminarDavid.
Excelente post, si hay que poner un "pero" sería el generalizar la actuación de los funcionarios.
ResponderEliminarSiempre la imagen de unos cuantos empeora la de la mayoría que trabaja (pensemos que funcionarios son también los policías, los médicos... y no sólo los que están en las oficinas de los ayuntamientos).
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