jueves, 15 de diciembre de 2011

Es más sencillo de lo que parece...

Esta mañana me he tomado un cafe en un bar al salir de una reunión. La persona que me ha atendido, una mujer joven, lo ha hecho de manera impecable (señores del Mussol de Diagonal-Via Augusta tienen ustedes una joya detrás de la barra). Todo perfectamente preparado, de forma muy eficiente y rápida y... sobre todo... con una amplia y franca sonrisa en su boca. No creo que fuera nada del otro mundo. Seguramente no es una persona altamente culificada, ni es una modelo de pasarela - aunque con su sonrisa a mi me ha parecido bellísima - y, seguramente también, debe tener sus problemas, como todo el mundo. Pero hoy - es posible que lo haga cada día - se ha levantado ha acudido a su trabajo y ha decidido hacerlo bien, como debe ser. No creo que lo haya hecho esperando nada a cambio. Simplemente, su obligación es servir a los cliente de forma impecable, eficiente y rápida y, como decía, ella ha añadido un plus más con su sonrisa. Ha conseguido que me sientiera bien y, por ello, con toda seguridad, si vuelvo a pasar por allí, vuelveré a entrar a tomarme un café. Soy un profesional del mundo de las operaciones y me fijo mucho en estas cosas. En todo el proceso que ha seguido, "0 desperdicio", 100% valor añadido.
Y, tal como yo lo veo, está es la clave de la cuestión. Guardiola dijo hace poco tiempo que si nos levantábamos temprano, el pais tiraría adelante. Dejadme que vaya un poco más allá. Si todos nosotros decidiéramos seguir estas pautas, es decir, acudir puntualmente a nuestro trabajo, dejando los problemas personales en casa, y ponernos a trabajar intentando hacer las cosas bien a la primera, de forma eficiente y rápida y con una sonrisa en la boca, seríamos imparables y, seguramente también, más felices.

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